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Afromexicanos aun sin su certeza legal, en el olvido.


Cuando Néstor Ruiz acudió a una reunión fast track con la ex directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), Xóchitl Gálvez, jamás pensó que sería objeto de discriminación, no sólo hacia él, sino hacia el Pueblo Negro que representaba para lograr acceder a alguno de los programas de la dependencia.
Alguien le había conseguido reunirlo con ella en el Aeropuerto Internacional de Oaxaca. Después de una rápida visita al estado, la ex funcionaria federal retornaría a la Ciudad de México y habría que ir hasta el aeropuerto para poder hablarle aunque sea sólo unos minutos.
Se presentó con ella, quien en todo momento permaneció sentada. Néstor siempre de pie.
- N: Oiga licenciada vengo de parte de… (Así, ni siquiera me invita a sentarme, parado y ella sentada), fíjese que le traigo mi solicitud para ver si nos puede atender estos grupos de mujeres.

- X: ¿De qué comunidades son?

- N: Son de la población negra

- X: Y yo que chingaos tengo que hacer con las negras. Yo no atiendo negras, atiendo puras indígenas.

- N: Oiga, pero me dijeron que usted nos iba a poder atender.

- X: Yo no puedo atender a ninguna persona que no sea indígena.

- N: Oiga, pero por qué no, si somos mexicanos…

El presidente de Enlace de Pueblos y Organizaciones Costeñas Autónomas (EPOCA), Néstor Ruiz Hernández, es lo que recuerda de aquella efímera y única ocasión que se reunió con la ex directora de la CDI, Xóchitl Gálvez.
Pero la actitud de la ex servidora pública es apenas un ápice de la discriminación que los Pueblos Negros en nuestro país sufren ante la indiferencia gubernamental y los prejuicios de la población. Ni siquiera, legalmente, existen. No son reconocidos por la Constitución Mexicana, padecen olvido, marginación, pobreza. Ni siquiera son contemplados en los Censos del INEGI. “Invisibilidad estadística que pesa y pesa mucho”, dice Israel Reyes Larrea, presidente de Colectivo AFRICA.
El censo del Institucional Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hecho en 10 municipios de la costa chica de Oaxaca, contabiliza a 137 mil 299 habitantes; sin embargo, no específica cuántos de ellos son negros. Las poblaciones abarcadas por el INEGI son San José Estancia Grande, San Juan Bautista Lo de Soto, Santa María Cortijo, Santa María Huazolotitlán, Santiago Jamiltepec, Santiago Llano Grande, Santiago Pinotepa Nacional, Santiago Tapextla, Santo Domingo Armenta, Villa de Tututepec de Melchor Ocampo.
Se estima que hay alrededor de 450 mil afromexicanos o negros en México, de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred); pero no hay exactitud en la información.
Collantes
El calor es húmedo. La brisa que trae la noche mengua el clima de esta región. Collantes está a 20 kilómetros de Santiago Pinotepa Nacional. Las oficinas de esta agencia municipal apenas son iluminadas. Dos policías aguardan en la entrada. Humberto Hebert Silva, la autoridad en esta población, abre una de los cuartos amueblado con apenas un escritorio, una computadora y varias sillas.
“Kenia, lo vivimos”, dice al inicio de la entrevista para tratar de explicarnos el grado de pobreza y marginación en el que vive su gente. Me sorprende la comparación sin saber con certeza por qué, tal vez porque hizo referencia a un país africano, del continente donde sus ancestros fueron arrancados a la fuerza y traídos a México en la época de la colonia como esclavos. Un Kenia en Oaxaca, pero pensé si era justa la comparación.
Hay mucha gente que ha emigrado - dice Hebert Silva desde una oficina alterna porque en la suya hace más calor-, y es por la falta de empleo, las condiciones en las que se vive en el pueblo. Hay gente que sí ha hecho su patrimonio, ha comprado su vaquita. Porque la gente ahorita por lo menos la ilusión que tiene es tener una vaquita para ordeñar y agarrar para su queso y venderlo a 25 ó 35 pesos, y ya contar con eso.
Una vaquita se cotiza por los litros de leche que da. Si da 10 litros le vale 10 mil pesos la vaca, mil por litro. Es la ganadería, así lo cotizan y hay gente que es humilde, saca sus tres litritos sus cinco litritos y ya hace su quesito, toma su leche y lo que puedan emplear en su queso, lo venden y ya compran su chilito, su tomate y es lo que se come en familia humilde.
Hemos padecido invisibles como etnia y luego la desatención de las necesidades, pues los tiempos van cambiando, ahorita los ciudadanos estamos en una etapa de más información, sabemos y en base a eso se han dado distintas manifestaciones, luchas para que nosotros el día de hoy gocemos de apoyo. Ese poquito de apoyo es como dice la gente de por acá “como los bueyes, chuchándolo”.
Y el nivel de vida muy bajo por la falta de trabajo, vuelvo a repetir por la falta de programas. Tenemos una gran diversidad en recursos, tenemos biodiversidad en recursos naturales, una sobrepoblación de cocodrilos, tenemos el mar, la laguna, el río, los mangles, la flora, la fauna y la vida silvestre, que somos afortunados pero desgraciadamente no hay un programa, porque como somos negros no nos dan acceso, esa es otra.
El giro de la gente es peón, como que se renta, como se dice en otros lugares, jornaleros, pero en los pueblos negros es peón y a trabajar que son jornadas muy duras a costos muy bajos. Aquí tanto madres solteras, viudas, jóvenes, no importa el sexo o la edad, se van a la papaya con la carretilla, otros se van a la pisca del maíz, a diferentes siembras, bajar limones.
No alcanza la siembra. La gente gana un promedio de 120 pesos diarios y al que le va bien 150 pero es una jornada muy dura, en carretilla desplazar 200 kilos por 100 metros. Y no es un viaje son varios viajes para que llenen su toldo que llevan 15 toneladas de papaya.
Me tocó ver una casa de un amigo, de un paisano, de cinco por cinco. Tenía una silla de plástico mocha, sostenido con unos seis tabiques, su cama de mecate comida por la polilla de igual manera. Puta cuando vi, te viene.
Somos negros
A simple vista, parece superfluo que la reforma constitucional para el reconocimiento del pueblo negro en México encuentre entre sus principales trabas la denominación. ¿Cómo se les va a llamar en la Constitución y en las leyes? ¿Negros, Afrodescendientes, Afromexicanos, Afromestizos, Afroindios, Negros-Afromexicanos?
Pero aunque pueda sorprender a algunos, esto ha sido motivo de pugnas o diferencias entre las organizaciones que han surgido para luchar por el reconocimiento del pueblo negro. Y no sólo eso, académicos, funcionarios, diputados, tampoco se han puesto de acuerdo y peor aún, se resisten a llamarlos negros.
Lo más grave es que al no ser reconocidos, no son contemplados en las políticas públicas del gobierno federal y estatal. Drenaje, educación, infraestructura, proyectos productivos, son negados para ellos. La normatividad de la CDI, Sedesol, Sagarpa, los deja fuera de los programas gubernamentales.
Mientras los “expertos” se ponen de acuerdo y esgrimen una serie de argumentos defendiendo sus tesis respecto a la denominación, los negros son negros. Así se asumen, así se auto adscriben. Los resultados preliminares de la encuesta piloto (octubre 2011) de la población negra en la Costa Chica oaxaqueña elaborada por la UNAM a través del programa universitario México Nación Multicultural así lo señala:
“Nosotros no nos podemos identificar por la lengua, pero sí por nuestro color. Más claramente negro. Más claro para nosotros y para todos” (hombre adulto de La Boquilla); “Nosotros asumimos ser negros, no nombramos como negros. Nosotros somos negros, por que así nos consideramos. Entonces, de esa manera debemos aparecer. Nosotros nos sentimos orgullosos de ser negros, nos gusta que nos llamen negros. Para nosotros no es una afrenta que nos llamen negros” (mujer adulta de José María Morelos); “Nosotros ya asumimos un papel, nos aceptamos, no necesitamos otro nombre. No necesitamos que nos vengan a decir: ustedes son afrodescendientes o van a llamarse así. Somos negros” (mujer adulta de José María Morelos).
En el Seminario de Expertos y Foro hacia la Reforma Constitucional realizado en Santiago Pinotepa Nacional, Oaxaca, funcionarios del gobierno del estado y organizaciones de la sociedad civil acordaron que la denominación para la iniciativa de reforma será la Pueblo Negro-Afromexicano, aunque no dejó contentos a todos.
Ruiz Hernández, presidente de EPOCA, afirma que la denominación que se acordó para lograr el reconocimiento en la Constitución del Estado con una reforma al artículo 16, generará confusión en los legisladores.
“Por nosotros no hay problema que le pongan Negro Afromexicano como lo defiende la Secretaría de Asuntos Indígenas, el problema es cuando llegue a la Cámara de Diputados vamos a tener el problema de que si somos negros o somos afromexicanos, porque dos nombres. Los indígenas mixtecos te van a decir nosotros somos mixteco-indígena o indígena mixteco. Eso es un problema que nosotros no queremos, que por eso nos retengan el derecho a un reconocimiento y a partir del nombre nos van a empezar a poner obstáculos”.
No está en contra de la denominación, pero advierte que el término negro no lo quieren utilizar los que no son negros. “Dicen, es que yo no puedo llegar a una casa y decirlo negro, es un acto de discriminación y eso lo ha manejado el CONAPRED, el INEGI, la CDI, todas las instituciones”.
El líder de EPOCA culpa a “externos” de este debate: académicos, intelectuales e instituciones públicas. Estas personas externas, dice, son las que meten “ruido” y hace parecer que las organizaciones y el pueblo negro son los que no se ponen de acuerdo.
Actualmente, la Constitución oaxaqueña los denomina Afromexicanos en el artículo 16. “La Constitución está dando una pausa, está dando un camino. Lo que estamos planteando que esto sea una nombre para Oaxaca, para Guerrero, para Coahuila, para Veracruz, porque estamos hablando de Afromexicanos, tratando de agarrar nuestros orígenes y nuestra nación”.
Israel Reyes opina lo contrario y aunque también sostiene que en lo personal considera que la denominación debería ser Negro, puntualiza que debe irse más allá debido a las connotaciones de la palabra.
“Sabemos que a muchas personas, incluso negros, no les gusta el término negro, por lo que con el aval del Congreso del Estado, del Gobierno del estado, de las asociaciones civiles y del pueblo mismo reunidos en Huazolotitlán, el 2 de septiembre, se determina usar el término Negro Afromexicano, nos guste o no nos guste como asociación nosotros respaldamos este término”.
Llegar a un acuerdo, afirma, es esperanzador para que por fin se logre el reconocimiento constitucional y tener la garantía de que el Estado no sólo no los va a reconocer, sino porque va a velar porque el pueblo negro tenga una vida digna.
Tercera raíz: invisible
¿Es usted indígena?, ¿sí o no?, ¿qué lengua habla?, simples preguntas que segregan a los pueblos negros y que los marginan o excluyen de los programas federales y estatales. Estas preguntas son el candado que impide su acceso a las políticas públicas del Gobierno.
La desesperación por no acceder a los programas de gobierno ha llevado a algunos a mentir y afirmar que son indígenas, en los formatos que deben rellenarse en que cada una de los solicitudes que hacen.
“Queremos un programa de vivienda y cuando te metes a ver las reglas de operación, a rellenar los formatos, ya que terminaste, te hacen una pregunta al final ¿es usted indígena? Le pones que sí, más abajo te pregunta ¿qué lengua habla? Eso te pregunta Sedesol, Fonapo, CDI. Hay quienes preguntan si pertenecemos a una etnia y le pones que sí, a cuál, nosotros le ponemos afromexicana.
“Desde luego no hemos tenido éxito, son muy pocos éxitos los que hemos tenido y a veces tenemos que mentir, a veces tenemos que decir que sí somos indígenas aunque no seamos indígenas; pero a la hora que nos revisan en el padrón de ellos, resulta que Lagunilla Santo Domingo Armenta no es población indígena”, afirma Ruiz Hernández.
La mayor parte de los pueblos negros, explica, no tienen drenaje. Mancuerna, Candela, Collantes, Taplextla, Lo de Soto, no lo tienen, y las instituciones con las que se puede gestionar los recursos públicos para solucionar este problema son la CDI y la Sedesol; pero su prioridad es el sector indígena, no los negros.
El presidente de AFRICA, Israel Reyes, sostiene en cambio, que atención del Gobierno siempre la ha habido; pero, puntualiza que eso sólo en el discurso.
Hay candados y programas federales y oficiales que limitan el acceso de estos apoyos. El ejemplo más claro, dice, es que algunas instancias demandan que se debe tener el 40 por ciento de hablantes de lengua materna para acceder algún programa y, no aplica entonces para el pueblo negro.
Además, recalca que no contar con una visibilidad estadística los mete también en otro problema. “No puedes gozar políticas públicas. Ningún legislador va a ser leyes que tengan finalidad legislar a un pueblo que no está reconocido, que no existe. Para efectos legales el pueblo negro no existe”.
La connotación de no tener un reconocimiento jurídico pesa y pesa mucho para el pueblo negro. Contando con el reconocimiento constitucional se tendría la certeza de que habrá políticas públicas que permitan que el “pueblo negro afromexicano” pueda gozar de esas garantías, como cualquier grupo étnico del estado.
“Visita nuestros pueblos donde no hay carreteras, donde los programas básicos no llegan, no hay electricidad en algunos, no hay agua potable, drenaje. Si además de negros es un pueblo que vive en una extrema pobreza tenemos una doble o triple discriminación. Las condiciones en las que viven nuestros pueblos son lamentables y eso se puede resarcir solamente si el Estado Mexicano salda esa deuda histórica que tiene cono este pueblo”.
El Estado Mexicano ha negado la existencia del pueblo negro en el país y en México. Ese desconocimiento conlleva que las autoridades asuman actitudes discriminatorias. Cuando los negros traspasan la frontera regional empieza la discriminación, “porque el policía, el funcionario no saben que en México hay negros, mucho menos en Oaxaca”.