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Manuel Mondragon , el camaleon


 Foto: Juan Pablo Zamora, Cuartoscuro ***
Ciudad de México, 14 de ene (SinEmbargo).– El pasado de Manuel Mondragón posee matices novelescos: derrotó a un artista marcial estadounidense en un duelo de tintes nacionalistas, escribió artículos médicos, fue doctor disidente. Pero el mayor episodio de su apellido es anterior a su propio nacimiento. El contralmirante en retiro Manuel Mondragón y Kalb es descendiente de un militar homónimo suyo de fines del siglo XIX y principios del XX reputado por las patentes obtenidas por adecuaciones a rifles y defenestrado por su participación en el fusilamiento de Francisco I. Madero y José María Pinosuárez. Pero, ¿qué mejor fuente de información para conocer el pasado de un político que el archivo integrado por el sistema de espionaje sobre su vida? Si se leen las decenas de memorándums elaborados por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) una primera conclusión sobre el nuevo jefe de la Policía Federal es una paráfrasis del poeta José Emilio Pacheco: los políticos suelen convertirse justo en lo que despreciaba cuando dejan de ser oposición. SinEmbargo posee copia de esos oficios, hoy de acceso público. 2003. El jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuél López Obrador, inaugura la unidad de Coordinación Territorial de Seguridad Pública en compañía de Bernardo Bátiz y Manuel Mondragón, Procurador de Justicia y Subsecretario de Seguridad Pública del DF, respectivamente. Foto: Juan Pablo Zamora, Cuartoscuro *** La carpeta de la DFS quedó abierta a las 8.30 de la noche del 20 de enero de 1965. 
El médico presidía una asamblea en su hospital, el 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). La policía política mexicana había encendido las alarmas sobre el movimiento apenas iniciado en noviembre de 1964 e inmediatamente heredado por Adolfo López Mateos a Gustavo Díaz Ordaz, cuyo gobierno quedaría definido por el manejo con mano de hierro a la oposición. 
Cientos de médicos residentes reclamaron el pago de aguinaldo y mejoras laborales. En respuesta, el gobierno despidió a 206 de los inconformes. 
Los doctores intervinieron en el conflicto, efectuaron un paro parcial de labores a fines de año y crearon, el 19 de enero de 1965, la Asociación Nacional Médica del ISSSTE, capaz en lo inmediato de generar confluencia de profesionales de la salud de otras instituciones. 
Por eso es que la DFS emplazó agentes con la mirada puesta y la oreja parada ese 20 de enero y lo hizo especialmente sobre un cardiólogo e internista alto, fornido e incipientemente calvo, uno de los líderes de los –así les llamaba gobierno y prensa– de los “revoltosos”: Manuel Mondragón y Kalb. La agenda del movimiento incluyó la búsqueda de medios de comunicación para explicar su posicionamiento. 
Las empresas periodísticas en este caso también estaban a las órdenes del régimen. Un reporte de la DFS en que se refiere este propósito consensado en una asamblea presidida por Mondragón se afirma: “El Sr. Rómulo O’Farril y Emilio Azcárraga se lanzarán en contra de la actitud antes mencionada con el objeto de contrarrestar la propaganda dañina que en contra del régimen del Sr. Presidente Gustavo Díaz Ordaz se ha emitido en últimas fechas como resultado del problema médico”. 
¿Qué reportaban en estos momentos los espías sobre Manuel Mondragón? Un memorándum sobre la reunión del 16 de mayo de 1965 da una idea: “El Dr. Mondragón, del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, apoyó en forma definitiva el movimiento, solicitando un paro total a nivel consulta externa en las diferentes instituciones, así como celebrar un paro simbólico con duración de una hora. Este fue uno de los elementos más radicales en sus puntos de vista”. La inconformidad de los médicos evolucionó de manera acelerada y, en pocos meses, era evidente el estado afiebrado del sistema de salud pública. Se prohibieron reuniones, se acentuó la política de despidos, retención de pagos, ocupación de esquiroles, amenazas y ataques físicos durante las protestas cometidos por otros trabajadores de gobierno. 
Los médicos extendieron la suspensión de labores y llegaron a la conclusión que la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) poco o nada los representaba y resolvieron su independencia gremial. El gobierno entendió esta pretensión como un tumor que se debía extirpar antes de la metástasis. El manotazo ocurrió en septiembre de 1965. “Con fecha 10 de los corrientes, la Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales consignó las actas números (se citan cuatro averiguaciones previas) ejercitando acción penal  en contra de los doctores (…) Manuel Mondragón y Kalb (entre 40 médicos y enfermeros…) como presuntos responsables de los delitos de desobediencia y resistencia de particulares, provocación o incitación al delito, abuso de autoridad, responsabilidad médica y técnica, amenazas, ataques a las garantías individuales, abandono de personas y responsabilidad oficial”. ¿Quién firmaba los oficios que daban santo y seña de Mondragón? Como, en todos los casos durante esos años, por el director Federal de Seguridad Miguel Nazar Haro, quien poco tiempo después crearía la Brigada Blanca, el grupo paramilitar culpable de la desaparición, muerte y tortura de militantes de izquierda. ¿Y a quién estaban dirigidos? Al secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez. 2007. Mondragón es Secretario de Salud con Marcelo Ebrard.

 Foto: Isaac Esquivel, Cuartoscuro *** 
Tras el conflicto médico, el expediente de Mondragón da un salto enorme en más de un sentido. El siguiente oficio relacionado con él está fechado el 1 de abril de 1976. Ya han ocurrido las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y de Jueves de Corpus, en 1971. Trata de la Reunión Nacional de Asentamientos Humanos encabezada por el presidente Echeverría, a quien se atribuyen esas y otras masacres. El evento fue largo, interminable, de horas y horas de oratoria, como gustaba a Echeverría, y transcurrió con la exposición de casi 30 temas. El número 26, relativo al mejoramiento del medio ambiente en las ciudades,
 correspondió al subdirector  general de Operación de la Subsecretaría del Mejoramiento del Ambiente, Manuel Mondragón y Kalb. Inmediatamente después, en el orden cronológico de los documentos, el 27 de julio de 1977,  Mondragón aparece como presidente de la Federación Mexicana de Karate. El médico envió una carta en que expuso su preocupación por la falta de regularización de algunas escuelas de ese deporte. La dirigió a Fernando García Paniagua, en ese momento director Federal de Seguridad y dueño de otro dato interesante en su biografía: fue hijo del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional en medio de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Mondragón fue al grano en la misiva: “El propósito de esta comunicación es reiterar a la Dirección federal de Seguridad nuestro vivo deseo de continuar otorgándole la colaboración y asesoría técnica en materia de karate, tae kwon do, kung-fu y artes marciales semejantes y afines y, en consecuencia, recibir el apoyo de ese prestigiado organismo para el mejor cumplimiento de los estatutos, normas y reglamentos de nuestra Federación”. Dicho de otra manera: el cardiólogo e internista Mondragón y Kalb enseñaba cómo golpear y defenderse a algunos de los agentes responsables de cientos de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, encarcelamientos por delitos del orden político, secuestros, violaciones y torturas ocurridas durante la Guerra Sucia de los setenta. El siguiente cargo público ocupado, según la serie de papeles, 
fue en 1980 como comisionado del Deporte del Departamento del Distrito Federal. Su jefe, el regente Carlos Hank González, ostentaba el patriarcado del Grupo Atlacomulco, linaje del que desciende el actual presidente Enrique Peña Nieto, hoy jefe de Mondragón. Existe una placa tomada por el enviado de la DFS a una reunión de funcionarios para discutir la solución a un conflicto laboral de beisbolistas de ese año. En la imagen aparecen Pedro Ojeda Paullada, secretario del Trabajo y Previsión Social; Alejandro Gertz Manero, en ese momento procurador de la defensa del Trabajo, y Mondragón, vestido con traje claro y corbata oscura. La escena es dominada por la fotografía del presiente José López Portillo, sonriente y con la banda presidencial terciada. Un par de anotaciones. Ojeda Paullada fue, durante la administración de Echeverría, procurador general de la República y vivió hasta su último día acusado de participar en la desapariciones forzadas de la Guerra Sucia. Gertz Manero ocupó, antes que la Procuraduría del Trabajo, la Coordinación Nacional de la Campaña Contra el Narcotráfico en 1976 a través de la Operación Cóndor, primer instrumento militarizado antinarcóticos con dirección real de Estados Unidos. Cosas de la vida: Gertz se convertiría en el primer secretario de Seguridad Pública del primer presidente no priísta, Vicente Fox. Mondragón ocupa la posición equiparable, pero con el primer presidente priísta tras el panismo. Al primero se le escapó Joaquín El Chapo Guzmán. Al segundo le toca lidiar con el desastre que de alguna manera generó esa fuga. El año de 1981 llegó con un nuevo encargo público para Mondragón. Fue designado subsecretario del Deporte por el secretario de Educación Pública, Fernando Solana, y ratificado por López Portillo en persona. 
De esos días existe un discurso relevante pronunciado por Manuel Mondragón: “México, en las proximidades del año 2000, podrá ser una potencia deportiva a nivel mundial, porque desde ahora se trabaja con una estructura definida que beneficiará a todos los sectores en todos sus niveles”. Los resultados de la predicción son evidentes. ¿Qué actividades tuvo el doctor Mondragón como responsable de la política del deporte? La apertura de algunas escuelas de educación física, una de ellas en Morelia, junto al gobernador de Michoacán Cuauhtémoc Cárdenas; el abanderamiento de alpinistas en ruta al Aconcagua, en Argentina, o la inauguración, ante el satisfecho López Portillo, del Campeonato Mundial de Pelota Vasca, en 1982, durante los mismos días en que la economía mexicana caía en pedazos. 2008. Para julio, el doctor Mondragón jura como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal. Foto: Rodolfo Angulo, Cuartoscuro *** Dos años después, en 1984, Mondragón lucía un nuevo sombrero. El procurador general de la República, Sergio García Ramírez, lo designó coordinador social. Eran años en que la función pública y, en particular, la administración de la justicia, acumulaba un claro rechazo social. El narcotráfico estaba asentado en Guadalajara y la nómina de agentes de la DFS y de la Policía Judicial Federal pertenecía, en buena medida, a los capos Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero. Tanto, que ambas corporaciones desaparecieron años después por esta causa. El retrato documental más puntual de la connivencia de autoridades hacia criminales organizados de esos días está plasmada en el libro Desperados. Los caciques de la droga, los agentes de la ley y la guerra que Estados Unidos no puede ganar, de Elaine Shannon (Lasser Press, 1989). El médico aseveró el 12 de mayo de 1984: “El procurador general de la República se ha preocupado por hacer valer la justicia y aplicarla con neutralidad y honor por medio de la consulta popular (…) En México ya se inició la reforma de la justicia y demanda social, pues se han preocupado las autoridades competentes de quitar los velos de misterio a las policías del Ministerio Público Federal, como son la Policía Judicial Federal y como auxiliares a los policías judiciales de los estados, ya que se ha puesto un hasta aquí a los malos representantes de la ley sea cual fuere su jerarquía. Las puertas de la inconformidad de las injusticias están abiertas para el diálogo y pueden exponerse con libertad los atropellos en la importación de esta”. El período que contiene las palabras del funcionario público es considerado, junto con el sexenio de Felipe Calderón, como el de mayor abuso a los derechos humanos cometido por las policías en su persecución o simulación a la delincuencia. El 6 de junio de 1984, el seguimiento de la Federal de Seguridad dio cuenta de una reunión entre funcionarios de la PGR, entre ellos Mondragón y Kalb, y la jerarquía de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, uno de los enemigos del movimiento médico de los sesenta. A ellos se refirió Mondragón en el encuentro: “Este día se valora el vínculo con la FTSE, toda vez que se trata de la identificación en la dignidad de los servidores públicos”. En la primera mitad de los ochenta –última década de la Guerra Fría–, el narcotráfico alcanzó la segunda o tercera prioridad temática para Estados Unidos en su relación con México. 
El primer asunto para ellos era la “relación especial” con el gobierno mexicano basada en la colaboración de espionaje y contraespionaje al personal ruso y cubano en el país. Con lo de las drogas, los estadounidenses mantenían el freno hasta cierto grado, aunque mantenían un despliegue –bastante menor al actual– de agentes de la DEA, la principal agencia antinarcóticos de aquel país. Los hombres destacados resultaron eficaces y prolíficos compradores de información y sembradores de personal encubierto, todo en contra de las leyes mexicanas con lo que, justamente, demostraban cómo se rompían las leyes mexicanas. Los boletines de la DFS relacionados con el coordinador social de la PGR muestran su desplazamiento hacia el tema. En un momento afirma la voluntad del presidente de Miguel de la Madrid de “eliminar el cáncer del narcotráfico”; en la siguiente situación inaugura algún comité contra el uso de fármacos y advierte –en esto no erró– que el consumo en México era aún bajo, pero que podría crecer peligrosamente en el futuro. En febrero de 1985, Caro Quintero y Fonseca Carrillo tuvieron la mala idea de secuestrar, torturar y ejecutar –todo con apoyo de policías federales– al agente de la DEA Enrique Camarena. El gobierno estadounidense se abalanzó al asunto como perro rabioso y el mexicano debió ceder al grado de desaparecer la DFS. Las palabras de Mondragón siguientes al asesinato fueron: “Los medios de comunicación maleducan a nuestros hijos” en referencia al uso de sustancias. “El narcotráfico es el provocador de la delincuencia a nivel mundial y ningún país, por poderoso que sea ha logrado la victoria sobre este. Para la venta en este país excepcionalmente consumidor de drogas que es Estados Unidos, la mercancía tiene que pasar de Centroamérica por nuestro país a veces protegida por intereses de diverso tipo”, se subió al ring diplomático. El segundo subprocurador, Luis Octavio Porte Petit, complementó la participación de Mondragón: “La lucha permanente contra el narcotráfico ha dado buenos resultados, lo que le ha valido el reconocimiento de la comunidad internacional (sic)”. Los funcionarios relacionados con el tema repetían una y otra vez que el esfuerzo del combate a las drogas surgía “de la profunda renovación moral” emprendida por De la Madrid, que las policías estaban depuradas, que “nadie estaba por encima del Estado de derecho”, que “caiga quien caiga” y “pésele a quien le pese”. En realidad, se consolidaban los cárteles de Juárez y El Golfo, emergía el de Tijuana y se fortalecían los liderazgos de El Güero Palma, Joaquín Guzmán Loera, El Azul Esparragoza y El Mayo Zambada. Ninguna de estas organizaciones o personajes lo logró sin ir de la mano con las corporaciones del Estado mexicano. Quizá haya variaciones en el tono, pero en el fondo del discurso no existen mayores variaciones durante los últimos 30 años. 
Hoy Manuel Mondragón es, nuevamente, uno de los hombres fuertes en la lucha antinarco que, anticipó Enrique Calderón luego de reunirse con Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Nacional estadounidense, seguirá en la ruta de la confrontación. Ni pensar siquiera en legalizar. 2012. De regreso a casa.

 Foto: Presidencia de la República *** Manuel Mondragón mantiene una extraña deuda con la desgracia. Sin la estampida mortal en el bar News Divine, en la Ciudad de México, quizá no habría suplido a Joel Ortega en la jefatura de la Policía del DF. Sin la avalancha de muertos provocada por las políticas antidrogas del gobierno de Felipe Calderón y su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el PRI no habría tenido una opción tan clara de retorno. De cualquier forma, habría sido jefe de la policía mexicana tras un hipotético triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Pero, con el regreso de la policía federal a la Secretaría de Gobernación, se reúnen esta función con la de seguimiento y espionaje político, como del que fuera objeto Mondragón. Casi 48 años después del primer oficio de la DFS dedicado a su persona, el 1 de diciembre de 2012, el saliente jefe de la Policía capitalina y entrante encargado de la policía federal, quedó en medio de las decisiones que llevaron a uniformados del DF y del gobierno federal a reprimir las manifestaciones contrarias al regreso del PRI a Los Pinos, regreso al que pertenece el médico disidente de 1965. Justificó Mondragón ante la prensa: “Es un atentado contra todo, contra la ciudad, contra la gente, contra los establecimientos, contra todo. Esta es una situación totalmente dirigida ¡Por Dios Santo! Dirigida. Está garantizada la libertad de expresión, de manifestación, pero en los términos y las formas que plantea la Constitución, que es pacíficamente”. 
En la calle, uno de los muchachos inconformes perdió un ojo y otro sufrió una severa fractura de cráneo por las balas de goma disparadas por los federales. Cuatro más fueron torturados y otros 32 detenidos arbitrariamente por los policías locales que. Otras decenas fueron a prisión, acusados por ataques a la paz pública, delito jurídicamente relacionado con algunos por los que Mondragón fuera consignado medio siglo atrás. Lo dicho: perseguido y perseguidor.